Mucha productividad para la Comisión
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José Miguel Benavente
Durante la semana fue presentada la nueva Comisión de Productividad, liderada por el Profesor Joseph Ramos. Tal como su nombre lo indica, estará enfocada a revisar los diferentes mecanismos y canales por los cuales la productividad de nuestra economía pueda mejorar. Si bien se les ha pedido comenzar por el sector minero y aspectos laborales, aun no existe claridad en Chile, y en otras latitudes, cuáles son los factores fundamentales que están detrás de mejoras (o trabas) a la productividad.
Primero que nada, cuando se habla de productividad, pocas veces se hace explícito si se refiere a la productividad laboral, generalmente medida como producción (ventas o valor agregado) por trabajador o bien se trata de la ya conocida Productividad Total de Factores (PTF). Esto no es menor, pues en el caso de que un país esté invirtiendo en capital físico, condicional a la misma gente empleada, la productividad laboral probablemente mejore aunque no necesariamente la PTF. Esta última es la que está íntimamente ligada con mejoras en el ingreso por habitante de un país.
Lo segundo que vale la pena considerar es que si bien la productividad no ha mejorado durante la última década, existe una gran heterogeneidad entre sectores productivos y también al interior de los sectores. Por ejemplo, el sector minero chileno es uno con la productividad más alta de la economía aunque ha venido cayendo sistemáticamente en el tiempo. Y eso es preocupante pues Chile depende mucho de dicho sector para sus rentas. Por otro lado, uno de los sectores con más baja productividad es el financiero. En general, los servicios en nuestro país tiene una productividad relativa a la frontera internacional que deja mucho que desear. Obviamente la escala influye (somos un país de mercados pequeños) pero la falta de una regulación que abogue un mayor nivel de competencia puede hacer su parte para forzar mejoras en la PTF. De igual modo se observa un alto nivel de heterogeneidad al interior de los sectores. El tamaño de la firma tiene mucho que ver con eso pero parte también es explicado por las competencias no solo de mano de obra que trabaja en las empresas más rezagadas, pero sobre todo quienes las administran.
Aquí es donde la dimensión laboral toma una gran relevancia. Los grados académicos no aseguran mejoras en la productividad a nivel de las empresas. Muchas veces está más relacionado con la experiencia práctica, modos de hacer las cosas, protocolos, procesos y aprendizaje en el trabajo el cual influye en mayor medida en mejoras de la productividad de la planta. Y esto va de capitán a paje. Tanto para aquellos que dan las instrucciones como para aquellos que deben ejecutarlas.
La evidencia sugiere que las mejoras de productividad debido a la entrada de firmas más eficientes y la salida de aquellas que no lo son tanto, ya tuvo sus frutos durante la década de los ochenta y noventa. Ese efecto, que fue muy relevante, ya se esfumó. Hoy los esfuerzos pueden centrarse en la asignación eficiente de los factores, como también las mejoras al interior de las firmas.
Sobre lo primero, los temas de movilidad laboral son muy relevantes, y es una dimensión que sería bueno considerar a la hora de las discusiones sobre la reforma laboral y también educativa. De igual modo, la posibilidad para que los recursos financieros puedan acudir donde existan mejores oportunidades productivas genuinas, y no artificialmente infladas por restricciones que inhiben una mayor competencia. Y de lo segundo, la incorporación de nuevo conocimiento a los procesos productivos, ya sea en forma tecnológica a través de maquinaria y equipos, como en forma tácita incorporada en la mano de obra, resulta de mayor prioridad.
El descubrimiento de nuevos sectores es otra herramienta que genera mejoras en la productividad en el largo plazo cuando aprovecha ventajas comparativas que el mercado no ha sabido empujar o el estado ha obstaculizado. En fin, gran y desafiante trabajo tendrá la comisión en lo que Krugman menciona es lo único relevante para mejorar el ingreso por habitante en un país.